No hablo de tetas -ni las enseño-, pero…
Sí hablo de Twitter, sin embargo. Y mucho. Mi pensamiento natural sobre ello ya lo dejé escrito hace tiempo:
Si eres una persona que tiene poca necesidad de validación, es muy fácil aprovecharse de las dinámicas de polarización para mejorar.
Y esa imperfección natural de la plataforma era, al mismo tiempo, su mayor virtud. Un lugar donde las diferencias apriorísticas se destruían y podías entablar conversación directa con cualquiera, de líderes a últimos monos, en cualquier geografía o categoría. Y del caos surge la magia.
Al mismo tiempo, un producto tan mal diseñado (algoritmo que no funciona; sin opciones de corrección; con limitación de caracteres; con lo obligación de inventar recursos para crear un reflexión compleja -acordaos cuando no se podían hacer hilos-; con una API desastrosa; alejado de un modelo de monetización correcta…) que obligaba a esfuerzos intelectuales para intentan destacar -o simplemente para intentar discernir lo correcto de lo demás-. Y daba recompensas únicas porque creaba problemas anormales.
Es decir, Twitter no era una empresa, era un lugar. El Ausente™ huyó de Twitter y Segurola se asustó porque era un bar de borrachos. Y quizá tuviera razón. Yo siempre me lo he pasado muy bien en los bares de borrachos.
O quizá Segurola se acojonó, como siempre, cuando le bajaron del pedestal donde se cocinaban columnistas en Gran Vía 32. Y con la credibilidad de Prisa y el meme de la fundación de El Español vía donaciones Twitter alimentaba a Ares. Y así millones de historias más, cada uno las suyas. Y Ares también era Dionisos, pero también fue Hermes, Artemisa o Apolo. Aquí no hubo Gea.
En ese lugar hijo del caos yo me lo he pasado muy bien. En público y en DM. En el bar virtual y en los bares donde materialicé avatares. Llevo como medalla de honor estar bloqueado por políticos de todos los espectros, por periodistas que antes me enviaban DMs (ya no preguntan por dark kitchens, no hay hype).
Twitter era el lugar único donde la presidenta de un banco o la presidenta de una Comunidad te enviaban un DM porque leían algo interesante; donde acababas montando negocios como me pasó con Carlos; el bar donde comentas algo aleatorio y acabas mudándote a 8000 km de casa; donde acabas cenando en Triciclo just because; donde descubres a las joyas escondidas y a los genios que hay en el mundo; o donde te enteras por DM que el Kun ha firmado por el Madrid aunque luego no patatas. O donde cambias tus hábitos: culturales, de salud, políticos… de lo que sea.
Y ahora Twitter se ha hecho mejor. Se ha hecho empresa de verdad. Creo, de verdad, que las decisiones de Elon son correctas en el largo plazo y que ahora sí es una plataforma -o, para ser más preciso, está camino de ello-. La dinámica del producto es mejor; los incentivos se van clarificando; se crean escalones de influencia en función de tu contribución a la plataforma (sea intelectual o sea monetaria); se crean herramientas que evitan las serendipias -silenciar es el botón anti-caos-; y se premia al que acelera el flywheel; se profesionaliza. Se profesionaliza.
Se profesionaliza.
#ZuckTieneRazón y Elon también. No sé si llegará a construir su x.com -ojalá, me sigue pareciendo un tipo más que admirable- pero yo no estaré allí. Como no estuve cuando Zuck plataformó (?) Facebook. Y, de nuevo, era el camino correcto. Pero yo me aburro, así que disfrutaré y aplaudiré su éxito desde fuera (o desde dentro, pero vía equity).
Los profesionalización del caos son pesaditos que cambian de palabra de moda cada tres meses y llenan todo de tautologías. Son tuiteros rotonda. La profesionalización del caos crea horteras. Y los horteras te quieren cobrar una suscripción, que es el modelo moderno de lo que se hacía en los 90: comer pollas -o lo que fuere, no me vayan a cancelar por literal- para que te publicase Planeta.
El cierzo, al menos, nos dejó buenas letras -tú eras verano y mil tormentas-, pero las peores de las nuevas clerecías buscan construir comunidades y establecer puentes.
El perfeccionamiento crea distorsiones en La Fuerza. Bloques masivos de control de usuarios sin interacciones, anapastorizados, que generar impresiones y pero no interacciones. Que no insultan ni aceptan insultos, y que por eso no mueven la aguja, sino que contienen los muros. La influencia es mentira, es el refugio de los cobardes. Epatantes libros de Anagrama que te dicen que no pelees, que de ahí no sale nada bueno; que perdones pero no olvides el storytelling.
Samuel busca la Suma Positiva en lo que hace. Ayer hice un hilo a modo de experimento, sobre estructura de la industria de lujo. Nadie me llamó gilipollas y, en consecuencia, nadie me corrigió. No quiero eso.
Hanania dice sobre los no enlightened centrists:
Such individuals (NdelA: not ECs) need to hide behind jargon because having to talk like other human beings would expose the vacuousness of their reasoning. This is not to say ECs are pure utilitarians, but when they do bring aesthetics or human values into their thinking, they tend to favor dignity in terms of individual liberty, choice, health, success, and man triumphing over nature rather than submitting to it. They reject the naturalistic fallacy. The history of our species is us making the world better through doing a series of things that always seem “unnatural” at the time.
Hace unos años le dije a Jaime que con 5000 seguidores debería de borrarme la cuenta. No lo hice, pero ahora sí.
Me lo he pasado muy bien. Nos vemos en el caos.
Una pena! Aportabas mucho. Te seguiré por aquí.
Me ha encantado!! estoy de acuerdo contigo en casi todo, menos en lo más importante: quédate!